Tristeza, abatimiento, infelicidad, disminución de la capacidad para disfrutar de las cosas, dificultad para concentrarte, atender o memorizar, visión pesimista de ti mismo, de lo que te rodea y de tu futuro.
Las personas deprimidas tienden a recordar constantemente sus fracasos, los aspectos negativos de su vida y se recrean en ellos, los agrandan, exageran y terminan generalizando esos hechos negativos (que pueden ser reales o no) hacia su vida futura. Con lo cual terminan sintiendo gran temor por su futuro, les asusta cualquier proyecto nuevo porque piensan que volverán a fracasar, y ante la posibilidad de volver a sufrir, prefieren inhibirse, no participar, no ilusionarse.
Olvidan, sin embargo, todo lo bueno que les haya podido ocurrir, o lo explican como fruto de la casualidad. Llegan incluso a interpretar de manera muy especial, aquellas cosas que les ocurren, dando la vuelta a todo para que acabe pareciendo gris y horroroso. Se sienten, al final, incapaces de dirigir su propia vida.
Dificultad para conciliar el sueño, dolores de cabeza, irritabilidad, y cansancio generalizado sin motivo aparente son síntomas muy frecuentes de la depresión que ha de ser tratada por un profesional. No confundir nunca con una mala racha o un día tristón que todos podemos tener y que es algo completamente normal, a lo que no hay que dar mayor importancia.
