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Publicado: 22 de Febrero de 2023
En el lenguaje cotidiano utilizamos ambos términos indistintamente, esto muestra lo estrechamente conectadas que están las emociones con los sentimientos.
Las emociones son reacciones psicofisiológicas que suceden en el cuerpo ante determinados estímulos. Cuando tenemos miedo de algo, nuestro corazón se acelera, la boca se seca, la piel se pone pálida y los músculos se tensan. Esta reacción emocional se produce de forma automática e inconsciente.
En tanto que los sentimientos ocurren después, cuando nos damos cuenta en nuestro cerebro de tales cambios físicos y le damos una explicación. Solo entonces experimentamos el sentimiento de miedo. Los sentimientos son respuestas relativamente estables y adquiridas en el proceso de socialización.
Según investigaciones de A. Damasio, un conjunto de componentes del cerebro está a cargo de mapear los cambios que ocurren continuamente dentro del organismo; se conoce como el sistema nervioso interoceptivo. Este sistema contribuye a la producción de sentimientos, que ocurren cuando el cerebro lee los mapas y se hace evidente que se han registrado cambios emocionales a nivel de todo el organismo.
No obstante, el mapeo nunca es exacto: el estrés, el miedo o el dolor pueden alterar la manera en que interpretamos la información que le llega al cerebro de otras partes del organismo.
Nuestros procesos regulatorios emocionales internos preservan nuestras vidas. En un mundo ambiguo, nos ayudan a comprender sentimientos complejos y matizados, que a menudo están en conflicto con situaciones que la sociedad pinta como binarias. De ahí la importancia de escuchar a nuestros sentimientos y de prestar atención a cómo se conectan con el cuerpo.
Silvia Bautista. Psicóloga. Collado Villalba. Madrid.